Hoy conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, día para seguir reflexionando y exigiendo derechos

Hoy, 8 de marzo, es un día de conmemoración, no de festejo. Estamos atravesando uno de los desafíos socio sanitarios más importantes de los últimos tiempos a nivel mundial, donde no solo se evidencian las diferencias entre países y regiones, sino también entre mujeres y hombres.

Existen múltiples reivindicaciones y derechos por conquistar por parte de las mujeres, en su inmensa diversidad económica, social y cultural. Y en las enormes brechas entre las que viven con sus necesidades cubiertas y quienes no tienen derecho a la sobrevivencia.

Muchas veces, las reivindicaciones se refieren a lo que nos afecta personalmente, a los derechos que las sociedades democráticas, aún no han logrado plasmar y se invisibilizan lo que sucede con las excluidas entre las excluidas. Las que ni siquiera pueden realizar una huelga o un par de actividades.

En este día, todas tenemos derecho a expresarnos , y es deseable que siempre lo hagamos, y compartir nuestras reflexiones, más allá de las legítimas consignas de los diferentes grupos de mujeres en el mundo. Quienes hablan por las que ni siquiera acceden a internet y menos apun a redes sociales.

Reivindicar derechos, también implica, revisar nuestras propias prácticas y no meramente mencionar al Patriarcado, como un abismo en el que todo cae y todo lo explica.

Los cambios concretos, también comienzan con profundas reflexiones internas y con medidas y políticas concretas.

Cómo médica, con muchos años de profesión, he podido presenciar la sororidad, pero también la falta de ésta. En nombre de un partido, de un cargo, de un ascenso, de una institución a veces postergamos a otras mujeres.

La lucha de las mujeres por sus derechos y a mujeres que siguen sosteniendo un sistema injusto e inequitativo para las propias mujeres.

He visto a muchos hombres explotar a las mujeres , pero también he visto a mujeres reproduciendo los principios del sexismo y la misoginia.

El derecho que tenemos al acceso al estudio, y más concretamente a la Universidad, muchas veces y en diferentes países, está mermado por pruebas de admisión , que bien sabemos tienen un sesgo discriminatorio. Y a la salud en tiempos oportunos y con una atenciòn de calidad.

El mismo fenómeno, lo podemos ver en el acceso de las mujeres a la ciencia y a la investigación, donde apreciamos el sesgo androcéntrico.

El empleo de calidad para las mujeres es condición básica , si además vemos que el trabajo no remunerado, se vuelve invisible y un problema meramente familiar .

Tampoco se trata de otorgar bonos, generalmente asociado al cuidado de menores de edad, personas adultas mayores, o personas con capacidades diferentes o falta de movilidad, sino , generar, respaldar,y consolidar oportunidades reales. Más aún, cuando hay miles de niñas y adolescentes que cotidianamente tienen que sortear múltiples barreras sociales y económicas.
El llamado personal , es a no replicar los sistemas de discriminación entre las mujeres.

A romper complicidades con aquellos hombres e instituciones, que impiden el acceso al estudio, a la salud y al trabajo digno de la mayoría de las mujeres.

A no visualizar a otra mujer como competencia , sino como a una hermana que desarrolla estrategias en un mundo que sigue resultando hostil y contradictorio.

Luchar como lo hicieron las mujeres por las cuáles hoy conmemoramos el 8 de marzo.

Como lo hizo María Collazo hace tantos años.

         María Viviana Collazo Caraballo